BENDICIóN PARA QUIENES ESCRIBEN SU HISTORIA

Hoy amanecí con el espíritu henchido, decantado, una sensación de paz rara tras días muy duros e incertos, de encrucijadas y desencantos. No soy muy religiosa que digamos, pero me encanta leer bendiciones, pues me ayudan a recordar todo lo que tengo y lo afortunada que soy.

Las bendiciones son un suave deseo de bienaventuranza, inspiración y coraje. Al compartirlas, mi deseo es regarlas como una suave lluvia, calma y refrescante, sobre quienes andan en esta travesía llamada escritura.

Así que aquí las dejo:

“Bendición para quienes escriben su historia”:

ESpero que:

Veneres las lecciones aprendidas en tu travesía por la vida.

Te honres a ti mismo como el héroe o heroína de esa travesía.

Reconozcas el deseo de tu corazón de compartir tu historia como joya de sabiduría y paz.

Superes el miedo de ser vulnerable y honesto a través de tu historia.

Conectes con tu creador interior para que te dé fuego y pluma.

Conjures la disciplina de lograr tus metas de escritura diaria.

Tus escritos fluyan con arrojo para beneficio del mundo.

Te sugiero que escribas una bendición sobre aquello que te agobie, te estrese, te dé mala vida…cambiarás tu punto de vista 180 grados.

Cuéntame lo que descubriste…

Pequeñas victorias

A ver cómo comienzo a escribir este artículo…

Hay días en que nada de lo que escribo me parece digno de ser publicado. Todo me parece soso o incompleto.

El patrón es el mismo:

a. Una idea para un cuento o artículo me acelera el corazón y me eriza las neuronas.

b. Tomo notas, construyo un bosquejo y me lanzo a escribir. Me gusta, me digo sonriendo, mientras mis dedos tratan de teclear a la velocidad de mis pensamientos.

c. Descanso unas horas, quizás unos días. Cuando, finalmente abro el documento y comienzo a leer lo que escribí, se me desinfla el alma; mi idea inicial se ha transformado en otra cosa, un patuque de algo que reconozco solo de manera vaga. Corrijo por aquí, borro por allá, pero mi censor interno comienza a reirse de mí.

d. Borro lo escrito y me voy a lavar los platos. Caso cerrado. Olvidado y aplastado.

e. Me siento miserable por algunos días.

f. Trato de nuevo como ararstrando los pies.

Hay un diagnóstico para esa condición. Se llama Síndrome del Impostor, un patrón psicológico por el cual una persona es incapaz de interiorizar sus propios éxitos y sobre todo, sus habilidades. Es la negación absoluta de la autoestima, y mata más manuscritos que el cáncer a la gente.

Sé que necesito superarlo, así que, dispuesta a masajearme el ego, encontré un ejercicio en la imprecisa sabiduría de las redes, y comencé a escribir en mi diario una lista sobre aquellas cosas que he logrado en la vida. Recordé muchas de aquellas grandiosidades: terminar una carrera, casarme, la compra de la primera casa, el nacimiento de mis hijos, el proceso de emigrar a un país extraño. El problema es que, cuando ando de malas vibras rondándome la cabeza como moscas, todo aquello suena titánico y dificil. Me asusta no poder volver a lograr nada de ese calibre. Así que, hay que volver a lo pequeño, a lo elemental.

Mi pequeña (gran) victoria de esta semana fue escribir un cuento para un concurso. La victoria no radicó en escribir el cuento, sino superar el terror de exponerlo en una plataforma pública. Un solo escrito, que, cuando me atacaron las ganas de reeditar ad nauseam, lo publiqué. Sin mirar atrás y sin flagelarme, recordando la coma o tilde que perdí. Confieso que han habido momentos de ansiedad, pero luego me digo, «es solo un escrito, es solo un concurso. Hay otros más».

Escribir es una práctica, mejora cada vez que la ejercitas. Sobreponerse a los obstáculos, sobre todo los autoinfligidos, también lo es.

¿Cuál es tu pequeña victoria de hoy?

El ensayo personal

Buscando balance

Hay tantas cosas que no entiendo. Me agobia tanta polaridad, tanta injusticia, tanta violencia. El mundo esta cada vez más dividido, cada vez más inseguro. Cada persona parece aferrarse a sus dogmas como una tabla de salvacián con la que le darán palo a quien piense distinto.

Siendo mujer e inmigrante, pertenezco a esos grupos vulnerables a quienes han pisoteado por siglos. Digo vulnerables pero ser mujer requiere fuerzas casi sobrehumanas para llevar a cuestas a hijos, familia, trabajo y encima, ser inmigrante anda uno purgando nostalgias e incertidumbres, todo con mucha templanza, arrojo, paciencia y dignidad. Escribir sobre esas experiencias personales revuelve mucho, escarba costras.

Escribo para descubirir lo que estoy pensando, lo que estoy mirando,

lo que veo y lo que significa

Joan Didion

Entonces descubrí el género del ensayo personal. Crear un ensayo personal es como intersectar tu autobiografia con periodismo. Es un texto de descubrimiento, de reflexión quizás sin el drama de una novela. No quiere decir que no sea emocional, porque cuando uno revuelve sus pensamientos sobre un determinado tema, surgen sensaciones, dudas y epifanías. El ensayo personal es un arte lento que requiere valentía para exponer lo que uno va descubiriendo, sobre todos si va en contra de lo aprendido como cierto durante toda la vida.

Por ahora, solo practico, por eso se llama ensayo. Es una practica, es explorar nuevas técnicas y puntos de vista. Una forma de desentrañar un tema sobre el cual tengo convicciones profundas y explorar el contrario, no para solidificar la piedra de mis creencias, sino para aprender a ponerme en los zapatos del otro. Es una forma de parar esta polarización en la que vivimos.

Sé que hay temas, como la dictadura en Venezuela, el narcotráfico, la muerte de niños indígenas a manos de la Iglesia, que no tiene visiones alternativas posibles. Pero hay otros como: aferrarme a lo seguro, aprender a deslastrarme de lo material, explorar lo que siento sobre la muerte, la profesión y la emigración, que valen la pena explorar, comprender y ampliar.

Le he dado vueltas a La hija de los inmigrantes durante mucho tiempo, al punto de que he querido engaventarla y seguir con mi vida. Descubrí que necesito encontrar una distancia saludable de esas emociones duras que las memorias te revuelven. Espero ahora darle otro cariz, más reflexivo y menos doloroso.

Deséenme suerte…

Lo que aprendí de mis Páginas Mañaneras

Me topé con el concepto de Páginas Mañaneras (Morning Pages) a través de la escritora estadounidense Julia Cameron. Ella sostiene que escribir tres folios a mano alzada, sin pensar o editar, todos los santos días, tiene un sinnúmero de beneficios, no solo como como una herramienta de exploración, sino también como una forma de vaciar toda la basura que cargamos en la mente. Es un poco lo que llaman Escritura Salvaje. (Sonrío en secreto ante la oportunidad de esto último…)

Así que decidí darle un recreo a mi mente, cuya hiperactividad es la de un bebé de dos años. Después de ventinún días de escribir mis tres páginas diarias, como poseida por un espíritu ante una tabla de Ouija, puedo decir lo siguiente:

  1. Descubrí que es importante hacerlo al despertarme, inclusive antes de cepillarme los dientes. De esa forma puedo evadir al crítico interior, porque el gran carajo, también se levanta temprano.
  2. A veces escojo el tema que me este agobiando de antemano, y del que necesito claridad, y a veces, solo escribo lo primero que me venga a mente. Dejo que mi pluma se deslice sobre el papel sin pensar o editar. Tacho si es necesario, pero mantengo la mano en el movimiento.
  3. Escribir de esa forma desatda es más dificil de lo que pensé, pero el tiempo y la práctica constante lo va facilitando. Como todo en la vida.
  4. Cuando se me acaba la cuerda y no sé qué más escribir, escribo: «no sé qué más escribir, no sé qué más escribir, no sé qué más escribir» las veces que haga falta…y entonces sucede: algo más sale. Siempre.
  5. La ortografía y la caligrafía no aplican en este submundo. De hecho, creo que las monjas de mi colegio se revolcarían al ver el tiempo que perdieron inculcándome el Método Palmer de Escritura. Pero, está bien…ya habrá tiempo de usar el material que he escrito para pulirlo y bonitearlo.
  6. Como no tienes (ni debes) compartir con nadie, eres libre de escribir sin censura ni mesura. Así que, dale que no viene carro… solo así descubrirás lo que es esencial.
  7. Cuando comencé esta práctica solo me quejaba en la página, del trabajo, de la pandemia, de la vida y de cualquier cosa, pero con el pasar de los días, afloraron pequeños cambios en mi lenguaje. Comenzaron a surgir más soluciones que problemas, más respuestas que preguntas, más compasián que lamentos. Una vez superada esa etapa, lo que viene es esa creatividad más suelta. Ahora veo posibilidades, promesas, acciones.

En fin, me encanta la práctica de las Páginas Mañaneras, pues creo que puedo ir más allá: usarla para desenterrar memorias, crear escenas, soñar personajes, escribir artículos, idear cursos. Las posibilidades no tienen límites.

¿Te animas a probarlas?

Día 4: Aliados y antagonistas

Como diminutos ángeles y demonios sentados en cada uno de tus hombros, algunos de tus familiares y amigos, probablemente se enfrascaron en dimes y diretes sobre tu decisión de emigrar. Algunas de sus opiniones apoyaron tu resolución, pero otras, te sembraron dudas.

Los aliados y los antagonistas están en tu camino para probarte y para darte contrastes. La función de los antagonistas es poner obstáculos, pero no necesariamente es el malo de la película. Son imprescindibles para que tú, como el protagonista de tu historia, tengas clara tu determinación.

Tus antagonistas pintarán el peor escenario sobre el país a donde quieres ir y te ofrecerán desde una clase magistral de las costumbres inadmisibles de una nueva cultura hasta los días en que la temperatura alcance treinta bajo cero.

Los aliados, en cambio, te brindarán expliaciones sobre las bondades y bellezas naturales del lugar.

Hoy explorarás quiénes fueron tus aliados y tus antagonistas.

Como siempre, respira y date permiso para purgar esas memorias. Ten paciencia contigo mismo. Trátate con amor y calma.

Escribe sin editar ni pensar durante 20 minutos para comenzar. Solo deja que tu mano fluya desde tu mente, a través de tu pluma al papel.

Haz una lista de la gente que te acompañó en tu travesía de migrante. Descarga la hoja de trabajo de hoy y recuerda todo aquello sobre tus ángeles y tus demonios…perdónales todo!

Día 3: Plan de escape

Comenzaste a sentirte en una cárcel, aun en plena calle. Mirabas sobre el hombro mientras caminabas por las aceras de tu pueblo o ciudad y creías que no llegarías a tu casa sano y salvo.

Una vez que cerrabas la puerta de tu casa, pasabas tres cerrojos, activabas la alarma contra robos, mirabas el atardecer a través de rejas, soltabas al perro en el patio. Volver a salir te crispaba. Como un reo en su celda, pensaste en mil planes de escape: escenarios, tiempos, dudas, valentía y voluntad.

Hoy escarbarás el concepto de libertad, lo que ha significado para ti cuando estuvo a punto de esfumarse de tu vida.

Respira y date permiso para purgar esas memorias. Ten paciencia contigo mismo. Trátate con amor y calma.

Escribe sin editar ni pensar durante 20 minutos para comenzar. Solo deja que tu mano fluya desde tu mente, a través de tu pluma al papel.

Descarga aquí para revelar el tema de hoy para recordar cómo era tu vida antes de emigrar. Recordar cómo tu libertad era cada vez más efímera, y todo aquello que tuviste que soltar para reclamarla.

Deja volar tus recuerdos hacia todo lo que hiciste para lograr de nuevo tu libertad.

Descubre tu historia de inmigrante

Tú y tu pluma, 14 días…descubre tu historia

(Curso gratuito)

Abril fue el mes de las memorias (puedes buscar inspiración en el apartado llamado Para tu travesía).

En mayo seguimos hurgando, profundizando, yendo al detalle para llegar al mero centro de tu historia de inmigrante. Con este mini curso autoguiado descubrirás las razones y detalles de tus decisones que van más allá de lo obvio y que valen la pane compartir con tantos otros como tú.

Bienvenido al comienzo de esta travesía de escribir sobre todo aquello que has superado al emigrar.

Al emigrar tuviste que apelar a la valentía que quizás no conocías de ti mismo. Aprendiste, empujaste, te adaptaste.  Pero en tu nueva vida, las cotidianidades y sus eternas pruebas te hicieron olvidar un poco aquella persona que fuiste y en la que te has convertido. 

Al final de estos 14 días te darás cuenta de cuánto has crecido como persona y habrás desenterrado suficiente material inicial para escribir tus memorias de inmigrante.

Cada día revelaremos un tema disparador de ideas, enfocado en el arduo y emocionante camino de emigrar. En cada disparador encontrarás

  1. Una cita potente para remecerte e inspirarte.
  2. Un espacio para que afloren tus recuerdos.
  3. Otro espacio para que profundices aún más en el tema y tus memorias.
  4. Un pequeño recordatorio para que notes (y anotes) tus sensaciones y emociones sobre todo lo que escribiste hoy.

Como tú, emigrar me costó noches de insomnio, pero también me regaló mucha compasión y resiliencia. Así que te acompañaré en todo tu camino de documentar tu experiencia. Si quieres compartirla, puedes enviarme un correo electrónico a erikaroostna@gmail.com

Pulsa aquí para camenzar

La historia que pudo ser…

Una vez tuve un sueño, de esos que rayan en lo épico. Desperté jadeando. Después de calmarme viendo el techo en la oscuridad, pensé que mi sueño sería una idea buenísima para un cuento. Miré mi Fitbit; eran las dos de la mañana. Me volví a dormir con el dictado de comenzar a escribirlo por la mañana. Cuando sonó el despertador, el cuento se había esfumado. Así como así. Por más que traté de recordar los detalles, solo conseguí recuperar pedacitos insignificantes de mi aventura onírica.

Otro momento perdido en el aire del olvido.

Una de la mejores prácticas que puedes tener como escritor, es llevar un cuadernillo donde anotar esas cosas efímeras que te dejan con la melancolía de una buena historia que pudo ser. Ralph Fletcher, coach de escritura define al cuaderno del escritor como «una red de huequitos tan pequeños que ninguna idea se me puede escapar».

Aprendí mi lección y no tengo un solo cuadernillo, tengo decenas. Y en un momento dado, tengo dos o tres a la vez. Ahí anoto todo aquello que me ocurra que pueda ser la semilla de una historia: describo a una persona que vi en la fila del banco y que puede ser uno de mis personajes, alguna conversación que escuché en el café de la esquina, un paisaje que será parte de una escena en mi novela.

Admito que mis cuadernillos son un poco desordenados y a veces pierdo tiempo buscando aquello que necesito para mis textos, pero también son territorios de redescubrimiento de ideas olvidadas. Así que, anda, compra tu cuadernillo y llévalo contigo siempre. Nunca sabes cuando te atacara el momento de inspiración…

Nos encantaría que compartieras las fotografías de tus cuadernillos.

¡Oh! ¿Qué será?

No tengo ganas de escribir. Ha sido una semana lenta y difícil. Un trabajo que me absorbe, unas noches que me fustigan. Afuera hay un metro de nieve, sin esperanza de que desaparezca pronto. No he dormido bien y el cuerpo me lo reclama. Pero el despertador con su melodía de Bach en cello, me recuerda que mi destino comienza todos los días, llueve truene o relampaguee, a las cinco de la mañana. Noel dice que soy masoquista; quizás tenga razón. Pero, no sé cómo explicarle que las ganas de escribir son algo como el amor. Inexplicables, etéreas, una fuerza universal. No se ve, pero se siente.

¿De dónde vienen este apetito irreprimible por las palabras? ¿Cómo surgen del medio de mi pecho? ¿Por qué me levanto a escribir a pesar de que quiero seguir durmiendo? Quizás soy un animal de rutinas, quizás es algo más. Escribir es vencer mil pequeñas batallas y una gran guerra.

Solo sé que, una vez derrotada la inercia, me lanzo a crear ese universo que quiero para mi. En el silencio de la casa y de la nieve afuera, tomo el café mientras algunas palabras emergen de mi lápiz sin explicación posible. Solo sensaciones e inquietudes. Una presencia entre fantasmal y angelical. Y así, voy penduleando entre recuerdos y sueños, pasado y futuro, pero siempre presente. Escribo…

Cita de hoy: Mujeres valientes

¿Qué más puedo decir de esta cita? Somos mujeres y se ha esperado mucho de nosotras: modositas, calladas, sometidas, suaves. Ser mujer requiere valentía, atreverse a aquello que nace de nuestra pasión y nuestras entrañas para hacer un mundo mejor, más compasivo, más igualitario, más pacífico.

Tantas mujeres antes que nosotras nos han hecho parte del camino, pero aún hay mucho que hacer, mucho que decir y, mucho que crear. Y para eso requiere pasión y valentía. Dar pasos firmes y constantes hacia adelante.

Pega esta cita en el espejo de tu baño y en tu computadora. Mírala todos los días y deja que te inspire…construye tu propia historia.

Ahora, cuéntanos quién te inspira a ser valiente, a actuar con pasión por aquello que te importa. Quizás tu abuela, tu madre, tu hija, una maestra o una amiga. Recuerda un momento en que fuiste valiente, te rebelaste y lograste algo bueno para ti o para otros. Escríbelo pues será parte de tu acervo de recuerdos e inspiraciones para tu historia. Incluye detalles.

¿Qué sentimientos habías frenado? ¿Por qué?

¿Qué sensaciones y pensamientos rumiabas sobe la posibilidad de un cambio radical?

¿Cuál fue el momento decisivo para pararte firme frente a una injusticia? Describe el sabor de tu victoria, el color de tu libertad, la melodía de tu fortaleza.